Mi familia vive en una urbanización
privada, pero el garaje es comunitario para todos los que allí habitan. Por lo
tanto nos conocemos todos de dejar aparcado el coche en la respectiva plaza.
Pues bien, cuando coincidíamos en el garaje yo no quitaba ojo a una A) chica de pelo castaño muy sexy, de tetas
y piernas preciosas/B) chica de sexy pelo rubio en media melena, a veces
rizado, a veces liso, de piernas preciosas y tetas muy ricas, pues me
parecía que era guapísima y que estaba muy bien, además de parecer muy
simpática. Solíamos coincidir bastante a menudo y creo que ella se daba cuenta…
Un día yo entre con el coche y mientras
hacia las maniobras de aparcar, entro otro coche y se fue para la parte
contraria a la mía, pero me pareció que era la chica a la que yo no quitaba
ojo. Pero bueno, como se fue para el otro lado, pues yo seguí aparcando. Cuando
terminé, baje del coche y cuando ya me disponía a cerrar el coche, oí unos
pasos que se acercaban en mi dirección. Mire a ver quién era y resulto ser la
chica que yo idolatraba con los ojos. Llevaba un pantaloncito a cuadros blancos
y negros a media pierna y una camiseta a juego que la hacía estar más guapa que
nunca. Cuando llego a mi altura, dijo que si podía dedicarla unos minutos.
-Pues
claro que sí. ¿Qué necesitas? – respondí yo.
-A ti, vecino. Que siempre noto que tienes
los ojos pegados en mí, pero nunca puedo ver si pegas algo más que el ojo,
jejejejeje – dijo ella, mientras con una risita pícara se acercaba a mí y me
besaba.
Yo
la respondí y como pude abrí la parte trasera del coche y la tumbe en el
asiento, mientras la quitaba el pantaloncito que llevaba y la besaba en el
abdomen repetidas veces, a la vez que ella se metía la mano en las braguitas
para acariciarse el coñito. Al cabo de un rato, la baje las braguitas y con mi
lengua empecé a lamerla su coñito. Ella se movía al ritmo de mis lametones y
empezaba a gemir muy bajito. Poco a poco, mis lametones iban subiendo de
intensidad, para entonces parar un par de segundos y volver a empezar.
Después de estar un rato así, ella se
levantó, se quitó la camiseta y yo empecé a lamerla las tetas, mientras que con
la mano seguía con las caricias en la parte baja. Sus pezones se empezaron a
poner erectos y yo los lamia con más fuerza al notar eso. Ella me acariciaba la
espalda a la vez que todo lo anterior y de vez en cuando bajaba para meter una
de sus manos por la parte de atrás de mi pantalón, lo que hacía que cierta
parte de mi anatomía se pusiera más dura…
Viendo la situación, la dije que saliera
del coche y que se apoyara en la parte de atrás del coche. Me despojé del
pantalón, la abrí de piernas y la penetre por detrás, primero muy despacito y
después más rápido, repitiendo la operación varias veces, parando y volviendo a
empezar, parando y volviendo a empezar… Ella se ponía cada vez más caliente y
se movía al compás de mis acometidas.
-Te gusta, eh, putilla mía – decía yo,
mientras compaginaba las penetraciones con unas caricias en sus tetas.
-Siiii, mucho. Siiigueeeeeee, sigueeeee. Dame
duro, mmmmmmmm - dijo ella, haciendo que mi pene se introdujera más en su
coñito.
Después de un rato, la dije que se
cambiara a la parte de delante del coche. Pusimos una manta que había en la
parte de atrás sobre el capó y ella se tumbó encima. Tras empezar a lamerla
otra vez las tetas, empecé a bajar hacia su coñito poco a poco. Al llegar a él,
la metí dos dedos, poco a poco durante un rato. Después la penetre con un
rítmico movimiento a la vez la acariciaba por turnos las tetas y el resto de su
espléndido cuerpo, mientras ella cada vez más fuerte…
-Mmmmmmmmmmm, mmmmmmmmmmmmm, que bien me
follas. Dale, dale más.
Un
rato después, ella me indico que me pusiera de pie y yo lo hice. Ella se
arrodilló y comenzó a lamerme la punta de mi polla y yo note que llegaba al
éxtasis por lo bien que lo hacía. Ella siguió hacia abajo, aguantando en el
fondo unos diez segundos, para volver a subir y volver a bajar varias veces. Yo
la acariciaba las tetas y ella hacía lo mismo con su coñito. Al cabo de unos
minutos, agarró mi polla con la mano y empezó a masturbarla hasta que eyacule
encima de sus tetas. Ella lamió la punta para limpiarla toda entera y mientras nos vestíamos hablamos sobre todo
un poco. Al cabo de un rato, recordé que tenía en el maletero unos refrescos,
así que los saque, le ofrecí uno y nos los bebimos mientras se nos pasaba el
calentón. Al final recogí la manta y la acompañe a su piso, donde me dijo que
si algún día quería repetir, que la avisara. Yo la dije que de acuerdo, la di
un beso de despedida y me fui a mi casa.
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