Estaba aburrido en casa. Era un viernes por
la tarde y no tenía nada que hacer, así que decidí mirar el periódico para ver
que películas había en la cartelera. Las mire una por una y al final me decidí
por una de acción. Me vestí y cogí las llaves del coche para dirigirme al cine.
Cuando llegue, compre la entrada y me dirigí a la sala. Mientras me dirigía a
la misma, vi a una chica morena monísima y muy sexy que también se dirigía a la
entrada de las salas y que iba delante de mí. Llevaba un pantalón vaquero muy
ceñido y una camisa blanca muy justa, que la marcaban su culito y sus tetas.
Para mi sorpresa, cuando pasó por la entrada me di cuenta de que se dirigía a
mí misma sala. Me dije para mí: “si la película resulta que es aburrida, por lo
menos me distraeré mirando a ese bombón”.
Al llegar a la sala, me senté en mi butaca
y con alegría vi que estaba cerca de la chica de los pantalones, sentada cinco
butacas más allá. Pero al apagarse las luces vi que entraba una familia
acompañada por la azafata, que les mostraba donde estaba sus asiento. Era otro
bombón, la jodia, otra morenaza de impresión. Y eso que llevaba el uniforme de
la empresa, que no era nada favorecedor.
Mientras la familia se sentaba, la película
empezó y deje de pensar en la azafata y me centre en la pantalla, para no perderme nada de lo que
pasaba en el film, que era de esos de acción y misterio y si pestañeabas, te
perdías algo y luego andabas loco el resto del metraje.
Cuando ya llegaba el final de la película,
empecé a oír ciertos ruidos que a mí me parecían gemidos cachondos, así que
empecé a mirar en todos lados hasta que encontré la fuente de los ruidos. Era
la morenaza de cinco butacas másallá, que se estaba besando con la azafata del
cine. Yo me pregunte como demonios había subido la empleada, si por delante de
mí no había pasado, hasta que vi que había otra escalera a mi derecha, al fondo
del todo. Y otra cosa que me pregunte es si no podría ayudarlas en lo que
estaban haciendo.
Ellas
seguían besándose y metiéndose mano sin reparar ni en mis pensamientos ni en mi
persona, pero al cabo de unos minutos de magrearse la azafata se volvió hacia
donde yo estaba y pude oír que le decía a su compañera sexual:
-Oye, ahí un tío. ¿Nos lo montamos con él?
-Pues claro. Una buena polla no nos vendría
mal, jejejejeje – oí que respondía la chica.
Entonces, de reojo, porque no me atrevía a
volver la cabeza, vi como la azafata se acercaba a mí y desabrochándose la
chaqueta del uniforme para que viera que llevaba las tetas muy apretadas, me
dijo:
-Oye, guapo, somos dos hembras deseosas de
una buena polla y hemos pensado en ti. ¿Te apetece?
La respondí que adelante, que era todo suyo
y de su compañera. Me levante de mi asiento y me acerque a la morenaza de la
entrada, que se había quedado en su sitio mientras se masturbaba su coñito para
mantenerse caliente.
Mientras llegábamos al sitio de la morenaza,
yo iba acariciando las tetas de la azafata desde atrás, a través de la camisa
(que había desabrochado para la ocasión, jejejeje). Vimos que la morenaza se
llevaba a la boca un dedo que había estado pasando por su coñito. Eso nos puso
más cachondos de los que estábamos a la azafata y a mí.
Cuando los dos llegamos al lado de la
morenaza, le quite la camisa del todo a la azafata y empecé a masajearla las
tetas, mientras la otra chica la subía la falda y empezaba con una mano a
masturbarla, mientras con la otra seguía haciendo lo mismo con ella con su otra
mano.
Estuvimos así un rato, hasta que cambiamos
de posición y descamise a la morenaza y masajeé sus tetas mientras la azafata
la quitaba el pantalón y la metía la mano en su coñito, mientras con la otra
hacia lo mismo con el suyo.
Al cabo de unos momentos, paramos de hacer
lo que estábamos haciendo. Ellas aprovecharon para desnudarse del todo y que
pudiera contemplar sus cuerpazos unos momentos, antes de que empezaran a
besarse y a lamerse todo el cuerpo, mientras yo me quitaba los pantalones y la
ropa interior. Vi que mi polla estaba dura del todo y la mantuve así mientras
las chicas seguían lamiéndose todo el cuerpo por unos minutos, hasta que se
dieron la vuelta y empezaron a chuparme el pene por turnos, primero la azafata
y luego la morenaza (¡¡joder, que bien lo hacían!!). Sus lenguas jugaban con la punta de mi polla
y luego bajaban hasta el final y volvían a subir, así durante un rato. Hasta
que la azafata dijo que estaba cachonda y que quería que la follara bien duro.
Me senté en la butaca de la morenaza, que estaba impregnada de su buen olor y
la azafata se sentó encima de mí, empezando a moverse arriba y abajo, arriba y
abajo… mientras la morenaza la comía las tetas y usaba sus manos para
mantenerse caliente.
-Mmmmmm, que bien lo haces. Sigue, sigue,
follame duro, muy duro –gritaba la azafata.
Después de un rato, la azafata se
descabalgo y, tras volver a chuparme la polla para que no perdiera su dureza,
le dijo a la morenaza que ahora le tocaba a ella. Así que se acercó a mí, se
apoyó en la butaca de al lado, a cuatro patas, y lo la penetre hasta el fondo,
con un movimiento de dentro-fuera que la hacía gemir de placer.
-Dale, dale más, dale. Follame fuerte. Siii,
así, así –Mientras, la azafata la comía las tetas y se masturbaba a la vez.
Unos minutos después, pare de penetrarla y
la morenaza se sentó en la butaca en la que estaba y empezó a comerla el coñito
a la azafata y yo a la morenaza, hasta que ya empezaron a chillar como dos
perras en celo. Unos minutos después, entre las dos me sentaron en la butaca de
la que se había levantado la morenaza y volvieron a empezar a hacerme una
mamada hasta que se corrieron ellas e hicieron que yo me corriera en sus caras
y tetas. Antes de irnos, se besaron para intercambiarse mi semen y se pasaron
las manos por sus pechos para extenderlo todo lo que pudieran.
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